Trayecto Britain - Minoc - BSO Heroes of M&M IV - goear.com
Primera travesía: de Britain a Minoc.
Desde hace unos días, mis superiores están preocupados por la seguridad en las ciudades. Mi señor Lorhasp me encargó en ese momento que preparara una patrulla e ir realizando distintas visitas a las ciudades del Rey Arnold y el Príncipe Feldor.
Desde que entré a formar parte de la Guardia Real, todos mis superiores vieron algo en mí que destacaba del resto. Ya no sólo el manejo de la espada, sino en cuestiones tácticas. Muchos se quedaban asombrados de la facilidad con que mi mente planeaba nuestras estrategias en el transcurso de una batalla.
Fue así como ascendí hasta el cargo de Capitán, donde me encargaba de la seguridad en Britain. Sin embargo, la situación actual requería de mis talentos para llevar a cabo la misión encomendada a la patrulla.
Constaría, de momento, de tan sólo dos guardias, a mi elección. La ciudad y la ruta que tomar serían a elección mía, así que tendría total libertad de movimientos. Teníamos que partir dentro de dos días, así que me fui acercando por los barracones de la capital, buscando a los dos guardias que me acompañarían.
Finalmente, me decidí por Bruno, un antiguo compañero de armas. Luchamos juntos en más de una ocasión en las guerras que se libraron para proteger las tierras del Rey Arnold. Tampoco es que tuviera mucha más edad que yo, pero era un soldado valiente y en quien se podía confiar.
El otro guardia que escogí fue un muchacho, recién salido de la Academia Militar, pero que poseía una resistencia y un aura que inspiraba ganas de aprender. Cuando vi sus ojos color negro oscuros, supe que en el fondo, deseaba aprender más cosas sobre el Reino y las artes de combate. Su nombre era Jorvin.
Así pues, llamé a los dos a mi despacho y les comuniqué que los había elegido para venir conmigo a la ciudad de Minoc, la primera ciudad que visitaríamos. No quería ir a ninguna ciudad bulliciosa ni tampoco peligrosa.
Jorvin apenas acababa de terminar su instrucción militar, y lo más peligroso que había hecho era patrullar junto con dos guardias más por la ciudad de Britain, la más segura de todas. Era difícil que encontrara muchos peligros realizando dicha tarea.
Por otro lado, Bruno hacía muchos años que no salía de Britain. Aunque tuviera más experiencia que Jorvin, hacía ya muchos meses que había combatido contra unos simple ladronzuelos, que salieron huyendo cuando el guardia sacó su espada. Estaba… podría decirse que “oxidado” en lo que se refería a combate.
Minoc me pareció la ciudad perfecta para comenzar el viaje. No es que estuviera muy lejos de Britain, y allí normalmente, se respira mucha calma y tranquilidad.
El primer día de viaje:
Al día siguiente, recogimos todo nuestro equipo. Les dije que se reunieran conmigo en la puerta del castillo, y desde allí, partiríamos hacia Minoc por el camino que iba hacia el Nordeste. En el mapa que disponía, lo único que era peligroso era el tramo del pantano. El resto del camino, no presentaba mayores problemas. Había un puesto de la guardia en una de las encrucijadas, justo a mitad de camino. Llegaríamos allí en un par de días y descansaríamos unas horas.
Así pues, Bruno y Jorvin estaban esperándome en la puerta cuando salí. Cada uno llevaba su espada y su escudo, al igual que yo, provistos de comida, agua, vendas, pociones… cualquier cosa que nos hiciera falta.
Montamos en nuestros caballos y nos dirigimos hacia el camino que nos llevaría hasta Minoc.
- Buenos días. – les dije a los dos soldados.
- Buenos días, señor. – contestaron al unísono.
- Bien, os explicaré un poco la ruta antes de partir. Tenemos que cruzar un pantano, así que tendremos que acampar hoy en medio del bosque. Aunque lleváramos buen ritmo, la noche nos cogería seguro y no quiero cruzar ese lugar en la oscuridad. Hay muchas criaturas que nos podrían atacar, y los caballos no pueden galopar por ese terreno. Lo cruzaremos de día.
Después, llegaremos hasta el puesto de guardia y nos desviaremos hacia el Este. Pasaremos cerca de las montañas de Cove, así que estad atentos. No pasaremos muy cerca de Covetous, pero es posible que nos encontremos con alguna criatura que haya salido para cazar. Además, se dice que algunos Orcos salvajes tienden emboscadas a los viajeros que pasan por allí, aunque hace ya mucho tiempo que no hemos recibido ningún aviso.
Después, es ya torcer hacia el Norte y llegar a la ciudad. ¿Alguna pregunta?
- ¡Ninguna, señor! ¡Estamos listos para partir y combatir contra los enemigos del Rey! – dijo Jorvin, bastante nervioso.
- A ver.. Jorvin.. soldado.. no vamos a entrar en combate, al menos en teoría. Así que no te preocupes y tranquilízate un poco. Simplemente vamos a hacer un viajecito y a echar un vistazo por Minoc, nada más. Tómatelo más como un permiso jeje.
Jorvin se quedó con cara de extrañado, pero al menos, conseguí que se relajara un poco. Es un joven muy impetuoso, pero no hay que ser tan impulsivo. Todavía debe aprender a mantenerse controlado.
- Muy bien, pues entonces.. ¡En marcha!
Me puse a la cabeza, mientras que Jorvin se puso a mi izquierda y Bruno a mi derecha. Trotábamos con los caballos, sin prisa pero sin pausa, en una formación clásica de “punta de flecha”. El más fuerte de los tres se pone delante para poder aguantar la carga del enemigo o para cargar al enemigo, de forma que se le podrían producir graves daños en el primer ataque. Bruno y Jorvin son los que cubrirían mis flancos para no verme rodeado.
Las conversaciones que tuvimos durante el camino fueron bastante amenas.
Le pregunté a Bruno por la familia, ya que está casado y tiene dos hijos varones. Siempre está orgulloso de sus hijos y espera que en un futuro también sean unos guardias leales al Rey.
Por el contrario, Jorvin es más joven y todavía no ha conseguido “sentar su cabeza” y encontrar a una esposa.
- Así te lo digo chico, Reinarz y yo pensábamos que no íbamos a salir de allí con vida. Apenas nos quedaban la mitad de nuestros hombres y el enemigo seguía avanzando. Pero los conseguimos contener. Reinarz, por aquel entonces, era Teniente, y al ser superados en número, usó una táctica muy arriesgada, pero eficaz: el doble círculo interior.
- ¿El doble círculo interior? – preguntó, extrañado, el joven Jorvin.
- Así es, Jorvin. – comenté yo luego. Es una táctica que sirve para cuando te ves superado en dos hombres a uno. Los hombres que están a tu cargo forman dos círculos, uno exterior y otro interior. En el interior, colocas a los guerreros más diestros. El enemigo intentará romper la defensa del primer círculo, el exterior, pero si alguno cae o se ve exhausto, puede ser reemplazado por el del círculo interior y cubrir ese hueco. Así se le da tiempo a recuperarse al otro soldado, o directamente, pasa a cubrir esa baja.
- Pero.. ¿Y qué se consigue realizando esa formación? No puedes contraatacar, así no puedes ganar nunca.
- Exacto, por eso es peligroso. Usar esta táctica significa acabar con todos los enemigos que puedas antes de morir… o esperar refuerzos.
- Fue así como vencimos. – intervino Bruno en ese momento. La compañía del Sargento Vorodin acudió en nuestro rescate. Fue una suerte que llegara porque ya apenas quedábamos diez hombres. Reinarz y Zahariel eran los únicos que quedaban dentro del círculo interior.
El segundo día de viaje:
Tras acampar en el bosque, no muy lejos del camino, proseguimos con nuestro viaje. Muy cerca del pantano, nos topamos con un explorador llamado Windor. Pedía que le llevásemos a la ciudad de Nujel’m, pero le tuve que disculpar, ya que nuestras órdenes tenían prioridad, y Nujel’m se desviaba mucho de nuestro camino. Sin embargo, le aconsejamos que fuera en dirección a Britain, ya que tan sólo estaba a un día de camino, y no existía ningún peligro. Desde el puerto de Britain zarpan varios barcos a Nujel’m.
Sin embargo, Windor me contestó que prefería que alguien lo guiara, que a él le gustaba más la compañía viajando, pero que se acercaría a Britain, a ver si alguien podía ayudarle a llegar lo antes posible a su destino. Posiblemente, algún ciudadano lo llevaría mediante el uso de la magia.
Yo soy muy reacio a usarla, aunque he de admitir sus ventajas. Pero no me gusta nada viajar con la magia. No me gustaría que, al llegar a mi destino, me convirtiera en una masa deforme o me faltara algún miembro o me llevara a algún otro lugar extraño y lleno de criaturas feroces.
No no, mi caballo y un camino son más seguros.
Proseguimos con nuestro viaje, hasta llegar al pantano, la zona más peligrosa del viaje.
- Bien, bajemos de los caballos. Tendremos que ir a pie con ellos. No creo que el terreno sea seguro para ir montados en ellos. Desenvainar vuestras espadas, es posible que tengamos que enfrentarnos a alguna criatura.
Bruno y Jorvin obedecieron, mirándose el uno al otro, concentrados en un posible combate.
Sin duda, aquel pantano despedía un olor nauseabundo. El sonido de pequeños animales e insectos es lo único que se escuchaba en el aire, salvo algún chapoteo de las burbujas que salían del pantano. Fuimos despacio y con cuidado.
Tardamos unas cuantas horas en cruzar el pantano, pero no hubo ningún incidente. Me sentí realmente aliviado cuando dejamos aquel espantoso lugar. Volvimos a montar en nuestros caballos y seguimos trotando hasta llegar al puesto de guardia, a mitad del camino.
Cuatro hombres eran los encargados del puesto, y nos recibieron con amabilidad. Nos dieron un plato de sopa caliente, un trozo de pan para comer y unas camas confortables para dormir. Pasaríamos allí la noche, y al día siguiente, proseguiríamos con nuestro camino.
Todo estuvo bien, contando anécdotas de cada uno. Jorvin pudo contar más de las que esperaba. Este chico prometía bastante.
Tercer día de viaje:
Partimos hacia el Este, nada más salir del puesto de guardia. Avanzamos sin descanso durante unas cuantas horas, donde a lo lejos, a mano izquierda, pudimos vislumbrar la montaña de Covetous. Jorvin se quedó bastante sorprendido por la altura y la inmensidad de la montaña, donde se encontraba también algunas minas. Estaba claro que el chico apenas había salido de la ciudad y había visto poco mundo.
Continuamos avanzando, hasta llegar a un puesto de aprovisionamiento. La mujer que llevaba el lugar, Ambar, nos saludó y nos regaló unas cuantas frutas, pan, agua y unas bolsitas para el camino. Descansamos allí unos cinco minutos.
- Dígame señora ¿Pasan muchos viajeros por aquí? ¿Ha visto a bestias o asesinos por esta zona? – le pregunté.
- ¡Oh no! Esta zona está muy tranquila, mi señor. De vez en cuando pasa algún viajero, pero nunca se detiene.
- Muy bien, muchas gracias por la comida. – le dije y nos despedimos.
Tendría que informar a mis superiores de que esta parte es segura. No parece que haya problemas cerca de la zona de Cove.
Proseguimos durante un par de horas más y luego paramos para montar el campamento. Aquella noche hacía bastante frío.
Cuarto día de viaje
Al día siguiente, continuamos el viaje. Cuando estuvimos cerca de Covetous, tuve un presentimiento.
- Desenvainar… - dije en voz baja a Jorvin y Bruno. Despacio, fueron sacando sus espadas y sus escudos. Avanzamos más despacio y noté cómo los caballos presentían el peligro. De entre la espesura, nos asaltó un horrible esqueleto, armado con un hacha.
- ¡Manteneos! – les dije a Jorvin y Bruno.
El esqueleto se abalanzó primero a por Jorvin. Quizás sería por lo nervioso que estaba o porque era joven, el caso es que el esqueleto se tiró a por él. Por suerte, el hacha impactó en el escudo del soldado y no pudo hacerle ninguna herida. Sin embargo, consiguió tirarlo del caballo, por lo que Jorvin había perdido toda la ventaja. Bruno y yo enseguida acorralamos al esqueleto y lo empujamos, lejos de Jorvin. Aunque no peleaba mal, no dejaba de ser un simple esqueleto, con una inteligencia limitada, así que sus golpes no eran nada efectivos contra nosotros.
Acabamos con el esqueleto y luego fuimos a ayudar a Jorvin.
Parecía estar bien, sólo algo lastimado por la caída, pero nada grave. Temblaba un poco, debido a la emoción y los nervios del combate.
- Tranquilo Jorvin, ya pasó. Acabamos con él.
- Sí..sí señor. El..el caso es que.. es que no es la primera vez que veo.. un esqueleto de esos… Por Britain de vez en cuando se acerca alguno del cementerio…
- Lo sé muchacho, pero estos no son como los de Britain. Los de allí están más controlados y no son tan rápidos como estos. Probablemente venga del cementerio de Cove o tal vez de la propia Covetous, aunque lo dudo mucho.
Jorvin se consiguió calmar al poco tiempo y continuamos. Pese al susto del esqueleto, lo cierto es que el viaje estaba siendo muy tranquilo. Sin embargo, algo en mi mente me decía que no todo estaba bien. Sentía que debíamos de llegar pronto a Minoc.
Apretamos un poco más el ritmo y llegamos a la encrucijada de Minoc-Vesper. Pasamos por delante del portal que llevaba a Buccaneer’s Den. Pese a que ahora era una ciudad del Rey, todavía sentía escalofríos por pasar por delante de ese lugar. El portal parecía haber salido del propio Inframundo, y aunque se ha dicho muchas veces que es seguro, a mi seguía sin convencerme.
Intentamos llegar a Minoc aquel mismo día, pero la noche se nos echó encima. Jorvin y Bruno estaban bastante cansados, y yo también. Decidí que teníamos que parar a descansar, simplemente un par de horas, ya que Minoc no estaba muy lejos de nuestra posición.
Quinto día
Al final, descansamos tres horas. Me molestaba tener que esperar una hora más, pero Bruno realmente lo necesitaba. Jorvin era más fuerte y podía aguantar sin problemas, pero Bruno no estaba muy acostumbrado a estos viajes. Demasiado tiempo en la ciudad le habían dejado una fatiga y un estómago que casi no le cabía en la armadura. Esperaba que con estos viajes, recuperara un poco la forma.
Así pues, continuamos, rumbo Norte… ¡Por fin vimos la empalizada de madera de Minoc! Pasamos por al lado del campamento de gitanos. Recuerdo que, anteriormente, el campamento y el Conde de Minoc mantenían un pacto. Ni los gitanos molestaban a los ciudadanos ni los ciudadanos les molestaban. A mi, personalmente, es una idea que no me gustaba nada, pero si de esta manera se puede conseguir paz y tranquilidad, pues lo veo bien.
Seguimos hasta llegar a un puesto donde dos guardias estaban vigilando la entrada al campamento gitano. Pero, cual fue mi sorpresa cuando… ¡Habían asesinos en la propia puerta de la ciudad! ¡Sí, claramente eran dos asesinos! Nada más acercarnos, lanzaron sus terribles conjuros contra nosotros. Jorvin se lanzó a por ellos, lanzando un grito de batalla. Por supuesto, los dos magos retrocedieron ante el ataque del guardia, para seguir usando sus mortíferos hechizos contra él. Una bola de fuego impactó en el joven soldado, pero apenas le hizo daño. Le grité que se detuviera y permaneció quieto.
- ¡No podemos atacar así, de forma tan ciega! De momento, sólo son dos, pero no sabemos si dentro del campamento gitano hay más. O incluso que los gitanos nos ataquen. Además, parecen conocer muy bien la magia. No creo que duremos mucho si alguno de sus hechizos más poderosos nos alcanza. Debemos retirarnos.
- ¡Pero señor..!
- ¡Tranquilízate! Hay ahí dos guardias apostados para impedir que pasen a la ciudad. Mientras no sean un peligro seguro para Minoc, no nos arriesgaremos a atacar. No hasta que no sepamos con exactitud cuántos son.
Jorvin, finalmente, aceptó a regañadientes.
Pero yo me quedé perplejo. ¡Asesinos en Minoc! ¡A mí nunca me había llegado un informe de asesinos en Minoc! Sin duda, tendría que hablar muy seriamente con el Gobernador sobre la seguridad de la ciudad. Al cabo de unos pocos minutos, los dos asesinos volvieron, y se identificaron como Sony y Sir Integral.
- ¿Es que acaso os sorprendéis de vernos? – dijo Sir Integral mientras sonreía.
- Pues sí, es una sorpresa encontrarles por aquí. Pero no creo que sean capaces de atravesar la empalizada. – contesté.
Así pues, seguimos nuestro camino… aunque me quedé bastante intranquilo. Cuando llegamos al banco, les dije a Bruno y Jorvin:
- Voy a volver. Patrullaré durante un rato la entrada, por si alguno de ellos decide entrar. No me fió de ellos.
- Señor, déjenos que le acompañemos.
- ¡No! Es mejor que os quedéis aquí y protejáis el banco. La mayoría de ciudadanos se concentra aquí, tenéis que protegerlos.
- Pero… Reinarz.. – me dijo Bruno.
- Hazme caso Bruno. Quedaos aquí.
Volví hacia la entrada y estuve durante un buen tiempo patrullando. Bruno y Jorvin todavía no estaban preparados para este tiempo de combate. El primero hacía mucho que no luchaba, y el segundo aun era demasiado joven para dicho enfrentamiento, y menos contra dos magos. No teníamos entre nuestras filas a un arquero para contrarrestar el ataque a distancia. Acercarse a ellos podría ser muy complicado, y no quería ser el responsable de sus muertes.
Desde la empalizada, no veía a ninguno de los asesinos, y en el campamento gitano no parecía producirse ningún tipo de actividad digamos fuera de lo normal. Los dos guardias del puesto estaban más distraídos en jugar a las cartas que en proteger la entrada… me apunté sus nombres para que luego recibieran su castigo. Esto no se puede permitir en una ciudad del Rey.
Quince minutos después, pasó un caballero. Se presentó, su nombre era Raziel. Iba bien vestido, con una buena armadura. Me preguntó que qué hacía allí y le dije que patrullar. Estuvimos hablando un buen tiempo, de mientras vigilaba la entrada a la ciudad. De vez en cuando me volvía para ver si veía alguna amenaza, pero no era así.
Más tarde, el caballero Raziel me preguntó si le podía acompañar por el campamento gitano, ya que tenía unos trabajos que hacer y se sentiría más seguro con un guardia a su lado. En principio, le dije que no podía, pues había dejado a Bruno y Jorvin en el banco. Tampoco quería preocuparlos tardando mucho. Aun así, Raziel me insistió tanto que accedí.
Nos adentramos en el campamento gitano. Como suponía, allí no veían con buenos ojos la entrada de un guardia real. Puse mi mano en la empuñadura de mi espada, preparado para combatir, pues notaba como varios ojos me miraban desde las tiendas del campamento.
En ese momento, apareció el asesino Sony, dispuesto a acabar el trabajo que empezó. Desenvainé mi espada y puse mi escudo por delante, en un vano intento de detener sus hechizos. Además, algún que otro gitano se unió a la reyerta, esperando conseguir algo de valor, o simplemente, unos pantalones con los que vestirse. Esperaba que Raziel me ayudara en aquel combate… ¡Pero me atacó y empezó a ayudar al asesino! No tenía más remedio que volver hacia la entrada de la ciudad. Estaba en inferioridad numérica, en una zona hostil y traicionado por un ciudadano. Finalmente, escapé, no sin dificultades, pues aquel mago era realmente hábil. Si me hubiera quedado por más tiempo, no hay duda de que ahora no estaría escribiendo aquí.
Cuando estuve a salvo, los dos guardias de la entrada me ayudaron a cruzar al caballo. Después, me giré y vi como el traidor se acercaba a la ciudad.
- ¡Apresadlo! ¡Apresad al traidor! ¡A mi la guardia! – en ese momento, los dos guardias dieron la voz de alarma y se dispusieron a disparar con sus arcos al traidor Raziel. Sin embargo, este huyó con el asesino Sony. Tres guardias de la ciudad se acercaron, alarmados por los gritos.
- ¡Quiero que se aumente la seguridad en esta zona! ¿Me habéis oído? Que se pongan dos guardias más en esta entrada. ¡No podemos permitir este tipo de intrusiones!
- Señor, si señor. – dijo uno de ellos.
Volví al banco, donde la multitud de gente estaba algo extrañada y asustada por los gritos de alarma y los movimientos de los guardias. Jorvin y Bruno seguían esperándome.
- Señor, ¿Se encuentra bien? – me preguntó Jorvin.
- Sí, Jorvin.. estoy bien, no estoy herido. Pero sí cabreado. ¿Desde cuándo la ciudad de Minoc se ha vuelto tan insegura? Sin duda, tendré que hablar con el Gobernador de forma urgente sobre la seguridad ciudadana. Además, mandaré una carta a la capital. Quiero saber cosas de ese traidor de Raziel. ¡La próxima vez que le vea, no volverá a escapar! ¡Lo meteré en un calabozo!
Para intentar quitarme todo el estrés de encima, les dije a Bruno y Jorvin que iríamos a la posada de Minoc. Dejamos los caballos en el establo y nos dirigimos para allá. No recordaba dónde estaba exactamente… Así que pregunté a un noble ciudadano que había por allí. Su nombre era Cumora.
Nos acompañó hasta la posada y luego se marchó. Les dimos las gracias y, cuando quisimos entrar... las puertas estaban cerradas. ¡Vaya! Otra cosa más que desconocía. Parece ser que la posada está cerrada. ¿Cuánto tiempo lleva así? Muy mal van las cosas en Minoc.
Cansados y rendidos, nos dirigimos ya a los barracones. Comimos un poco y descansamos. Todavía no sé cual será nuestro próximo destino. Podemos coger un barco hacia otra ciudad o seguir por tierra. Lo que tengo claro es que aquí en Minoc hay problemas que arreglar. Yo pensaba que esta ciudad era una ciudad bastante tranquila y pacífica, pero veo que no es así.
Hay que hacer por remediarlo.
[OFF] El "Diario del Capitán" es un diario que relata los viajes de Reinarz. Esto quiere decir que estos hechos ya han ocurrido y han pasado realmente.
No responder ni abrir ningún tema contestando a lo escrito en el diario porque "no habrá contestación, al no tratarse de una carta, sino de un diario".
Si tenéis alguna duda, por privado o IRC. [/OFF]