Era de noche, llovian mares y el viento soplaba con tanta fuerza que parecia que los árboles chillaban de dolor, la túnica o el gorro le volarian de un momento a otro, al caballo cada vez le costaba más avanzar, ya que el Sr. De los Santos, un mago de cabello blanco, pero de aspecto juvenil, llevaba sin parar casi el dia entero y ya eran 8 dias desde que partió a lomos de su caballo de las viejas tierras donde creció, rumbo a Sosaria, 2 dias cabalgando, luego 4 navegando en un viejo bote de mala muerte y por fin, la recta final, llegado a Sosaria, llegar hasta Britania donde buscaria una taberna donde tomarse algo y una posada donde descansar de tan largo viaje. El mago, joven pero astuto y con experiencia en largas caminatas y exploraciones, evitaba cualquier tipo de sendero o camino, evitando el encuentro con asesinos y gente de mala sangre, pero arriesgandose a dar con las peligrosas y oscuras criaturas del bosque, y obligado a aumentar su cansancio caminando sobre barro, piedras y arbustos y teniendo que abrirse camino entre malezas y ramas punzantes.
Eran ya altas horas de la madrugada cuando el mago hizo su entrada en Britania, la ciudad estaba tranquila, cálidamente iluminada por numerosas antorchas, farolillos y la luz de la luna daba un armonia especial, la mayoria de las casas dormian, era facil distinguir los negocios, que nunca cerraban, con las chimeneas aun hechando humo y sus ventanas emitiendo luz, solo la brisa suave, las tímidas gotas que caian y los caminares de algún que otro individuo sonaban en la noche.
El Sr. De los Santos fue al establo, preocupado por la salud de su caballo, al que solo con mirarle se le veia el rostro del cansacio y le explicó al encargado del establo el viaje que habia hecho, para que este, le arreglara el tema de las herraduras (de el que el Sr. de los Santos no tenia ni el más remoto conocimiento), le alimentara bien y le diera el mejor reposar.
Despues, el mago paso por el banco, se cambio de túnica, guantes, botas y gorro, que estaban hasta arriba de agua y barro y se fue a la taberna de Brit, situada en frente. El local no era como otros tuburios que habia visto a lo largo de su viaje, perididos en el bosque, pequeños, sucios, llenos de bullicio, humo y de gente peligrosa y de poco fiar, donde, si habia sobrevivido siempre sin ninguna trifulca, habia sido por la afición que el Sr. De los Santos tenia, y esque siempre que paraba en una taberna era para beber un trago y hacerse una pipa, y siempre, siempre que el mago sacaba una de sus bolsas de hierba, siempre termianaba rodeado de los peores individuos del local, enseñandoles sus conocimientos, conversando sobre los millones de misterios que rodeaban los sabores, olores y efectos de la hierba y de las miles de especies y formas de cultivarlas, cosecharlas y conservarlas para su mayor calidad, y esque nadie sabia, sabe ni sabra más de hierbas que los magos y los alquimistas que compartian este placer y afición, tan digna como natural, el noble arte de las hierbas, aunque nunca estubo bien visto por algunas personas demasiado unidos a ''el orden'', aunque desconozco sus motivos y como narrador de esta historia puedo decir que tampoco me interesan demasiado.
La taberna de Britania era amplia y muy rústica, estaba limpia, y ademas llamaba la atencion su tranquilidad, ya que Britania habia dejado de ser una ciudad bélica hace mucho, y las batallas en plena ciudad se solian ver más en Vesper y otros lugares donde era imprescindible conocer el terreno, comprender las diferencias que enfrentaban a las distintas facciones políticas de Sosaria y estar bien acompañado.
El mago se acerco a la barra, sacó su mochila, en la que solo habia un escaso monton de monedas de oro y su viejo libro de magia, cullas tapas estaban desgastadas y agrietadas y de las que salian numerosas páginas y recortes de otros libros colgando, amarillentos y sucios como se de antiguos pergaminos se tratara. Pidió una pinta cerveza de trigo, pagó, se sentó en una mesa, del bolsillo interior de su túnica sacó su pipa y una bolsa de tela llena de unas hierbas que hicieron que lo pocos ciudadanos y guerreros que descansaban en la taberma se fijaran en él. Relleno su pipa con destreza, y la encendió de una larga calada, se envolvio en sus propios humos y el pestazo en la taberna era ya una realidad incluso molesta.
Despues de leer el ''Diario de Britania'' entre largas caladas y tragos, en busca de alguna posada para la noche, y de algun trabajo de alquimista o escriba, para empezar a hacer dinero en su nueva tierra, el mago pagó las pintas consumidas, guardó su pipa y se fue a descansar, pensando en que seguramente dormiria en el Hotel de Britania, situado al lado del curadero, era caro, pero despues de tan largo viaje no le apetecia ir hasta las afueras andando, a por una posada barata.