I.
Isla de Moonglow...
- ¡El Soldado Willort se presenta! -cuadrándose ante Lerumar.
- Hable Will -contesta sonriente el Gobernador haciendole un gesto para que deje de estar firme.
- La Condesa Janum está en la ciudad, me he cruzado con ella y me ha pedido que venga a avisaros milord.
- Llévame ante ella.
Sin perder un instante, el soldado llevó al Gobernador hasta el parque de la Ciudadela; allí Janum Mualem le esperaba con preocupado semblante. Willort se retiró y los dejó solos.
- ¿Qué ocurre mi señora? -preguntó inquieto. La condesa mostraba signos de llevar noches sin dormir, sus negros ojos apenas brillaban y se mostraban hinchados.
- Lerumar... no se a quien acudir... -dijo quebrándosele la voz- ... yo... -la tranquila actitud de la mujer se desmoronó y rompió a llorar, el gobernador la sujetó y la llevó hasta los bancos.
- Mi señora, ¿estais enferma? ¿ha ocurrido algo? -el nerviosismo se acrecentaba.
- No... yo... ya no puedo seguir así, he intentado luchar contra ello mucho tiempo, pero me venció; he intentado mantenerlo en secreto... pero ya no puedo callar... Lerumar yo... -hizo una pausa para respirar y limpiarse las lágrimas- ... estoy enamorada.
El semielfo no salía de su asombro, el malestar de Janum no podía estar causado por el enamoramiento, estaba consumida, como si llevara días sin comer ni dormir.
- Pero... -dijo dubitativo-... ¿acaso no sois correspondida?
- Si... pero era un secreto... es un Profesor de la Academia, es algo que como Condesa y Rectora no me puedo permitir -contestó con mirada baja.
- Mi señora -el semielfo le levantó el rostro-, pero eso no es malo -sonrió-. Es derecho de todos el enamorarse, incluso para alguien de vuestra posición.
- Ese no es el verdadero problema, Lerumar -dijo de nuevo con lágrimas en los ojos-. Kurgan partió a las Tierras Perdidas hace ya más de una semana y no he tenido noticias de él. Me dijo que iba a investigar sobre unas flores y plantas... pero... -una vez más rompió a llorar- Miré en sus diarios... Lerumar, creo que su viaje ha sido para realizar un ritual o invocación, habla de un familiar surgido del agua, habla de un gran poder... no se que hacer...
El gobernador tomó la mano de la Condesa.
- No os preocupeis, mañana mismo saldré con algunos soldados y ciudadanos. Encontraremos al profesor.
Esa noche los cascos de los caballos resonaron sin cesar en los adoquines de la ciudad, el ir y venir de los mensajeros los soldados y los voluntarios para la busqueda mantuvo en vela a los habitantes de la isla toda la noche. No había tiempo que perder, al amanecer el grupo saldría hacia Delucia, ciudad desde la que salió el profesor.