Señor Luchadore:
Le voy a relatar unos hechos que acarecieron hace unos días. Me encontraba en el puente de Vesper dando cuidados a los valientes guerreros que se enfrentan a los asesinos cuando por curiosidad me introduje en un portal que llevaba a la Isla de Occlo.
Cual fue mi sorpresa que de repente me encontré atrapado en un muro palizante y rodeado de muros de piedra. Estos sortilegios los estaba lanzando un componente de su clan, ha oido bien, un asesino del clan Barad-Dur, llamado Kaidinuo. Me dejó allí tirado moribundo, pero gracias a los cuidados que me han dado mis hermanos puedo hoy escribirle esta carta.
Yo profesaba una gran admiración por usted y su clan puesto que creía que sus intenciones eran nobles luchando contra los asesinos, y los tenía en estima y como aliados de la Orden Franciscana.
Por ello, esto me ha entristecido. Le exijo una disculpa hacia mi persona y la orden que represento, una promesa de que en el futuro los monjes serán respetados por sus compañeros de armas y el restablecimiento de lo que se robó, que no es mucho pero es bastante para un monje como yo, que no es nada más ni nada menos que 15mil monedas en efectivo que llevaba encima y 100 ingredientes de cada tipo.
Espero su respuesta o en caso contrario considere las relaciones rotas con la Orden Franciscana de aquí en adelante.
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Fray Claudius. Orden Franciscana
Aprendiz del Gremio de Sanadores