El fresco frio del alba y el placentero olor a pasto nuevo y mojado despiertan a Liebre. Era una de las pocas cosas que le gustaban, el despertar en un nuevo día. Un día nuevo, otro día vivo. Tiene hambre, hay que salir a buscar comida.
Ya estaba acostumbrado a ocultarse entre la hierba alta. Tiene sus senderos con los que recorre junto a otros de su especie para llegar a puntos especiales donde puede comer con cierta tranquilidad, pero siempre atento al peligro..
-Ojalá algún día pueda encontrar un amo que me cuide y me ayude.
Le pasó a su primo, un conejo del lado norte del bosque. Cuentan los cuervos que un día llegó un humano hablándoles a los animales. No parecía de malas intenciones, solo les hablaba y les hablaba, algunos animales lo seguían pero luego los dejaba atrás diciéndole “al relase”, los cuervos no recordaban cual era la palabra exacta, aunque los cuervos podían entender el idioma humano, como por arte de magia los animales dejaban de seguirlo. Esto no le ocurrió a su primo, quizás fue afortunado, quien sabe, pero parece que se volvió loco.
-Bonito conejo
-Bonito conejo
-Siempre he querido un conejo como tú.
-No te voy a hacer nada.
Los cuervos que observaban el momento notaron como al conejo se le ponían los ojos cristalinos y grandes, llenos de esperanza, y comenzó a seguir al humano. Justo en ese momento el mundo se para, se congela, era como tener conciencia de que todos esperaban moverse y caminar, pero nadie podía hacerlo y esperabas que todo el mundo lo haga. Pasaba regularmente, pero a veces ocurrían cosas extrañas. Esta vez creo que fueron 30 segundos, suficiente como para que el humano corriera. Los cuervos cuentan que el humano no dijo sus palabras mágicas. ¡Lo había adoptado! ¿Pero cómo? Dicen que mi primo salió corriendo tras él. Los cuervos le perdieron la pista y llegaron contando lo ocurrido. Un humano se había llevado a un conejo para cuidarlo y alimentarlo.
-¿Me ocurrirá esto a mí? ¿Tendré la misma suerte? Los cuervos cuentan muchas cosas locas y extrañas. Como cuando dijeron que vieron a un ciervo azul brillante que hacía aparecer monstruos de la nada en una ciudad del Este. Ja ja ja, quien les cree esas cosas tan fantásticas a esas aves de mala muerte.
Los humanos tenían mala fama ya que engañaban a los pobres y esperanzados animales del bosque. Los engatusaban con sus palabras y luego los abandonaban diciendo esas palabras extrañas.
Pasó el día, visitó los campos de cultivo que están cerca de la ciudad a ver si podía robar algunos tubérculos, esos que son tan deliciosos. Además los humanos que parecían estar por allí, al igual que en la ciudad, siempre estaban parados sin hacer nada. Como esperando a que algo ocurriera, que viniera alguien, pero no se movían. Era hora de volver a la madriguera.
-Oye Liebre.. LIEBRE! Escucha!
-Que pasa rata, no quiero hablarte. La última vez me dijiste que en el bosque se ocultaban monstruos que solo tú y tus hermanos podían ver, y no salí en una semana pensando en que me atacarían. Me las pagarás caro, rata.
-El humano pasó cerca de acá, esperémoslo, quizás tengamos suerte y nos lleve con el…. Oye Liebre donde vas.. Liebre no corras! Espera!
La liebre comenzó a correr rápidamente siguiendo el rastro. Nadie podía imaginar las ganas que tenía de ser adoptado por un humano y escapar de ese aburrido bosque.
Hasta que lo vio a lo lejos, se dirigía caminando tranquilamente hacia la granja donde había estado comiendo hace unos minutos atrás.. -Vaya, que suerte!. Me colocaré en su camino a ver si me ve.
El humano pasó al lado del y siguió caminando.- ¿Qué acaso no me vió? ¡Que desconsiderado!- La liebre lo siguió. El humano paró cerca de un grupo de casas.
-Oh no, hay mucha competencia. Osos, ciervos, halcones! Tendré que arriesgarme a colocarme en su camino.
La liebre se coloca en frente del humano, pero comienza a hablarle al cuervo del lado.- Harg cuervo me la ganaste esta vez-.
- Al relse.
-JAAA! Te han desechado! Ahora me toca.
El humano corre tras un oso y comienza a hablarle. - Pero que pasa, ¿acaso no me ve?-
-Espera, espera, debo buscar el momento correcto, ese momento donde el mundo se congela.
La liebre continua esperando cerca cuando a lo lejos escucha a la Rata diciendo – ¡Es el momento! ¡Es ahora o nunca!.
El conejo mira a todos lados intentando saber de dónde gritaban, pero no lo pensó dos veces y se ubicó cerca de un oso, arriesgando su vida. El humano comienza a hablarle directamente.
La rata miraba desde la rama de un árbol, atento.
-Bonita Liebre
-Bonita Liebre
-Siempre he querido una Liebre como tú.
-No te voy a hacer nada.
El mundo quedó congelado. La Liebre no sabía cómo era posible que la rata le ayudara, después de engañarlo la última vez. Quizás la rata estaba arrepentida y quería ayudar. Todo en el bosque se miraban entre sí, como esperando a que pudieran moverse, como esperando a que los demás se muevan. Esta vez duró solo 2 segundos.
-Soy todo tuyo humano, llévame contigo.
-All release.
-Maldito humano hijo de tu…
A lo lejos, la rata y algunos cuervos se partían de la risa.