Incontables son los mundos que nos han lanzado su Llamada: desde mundos que pedían a gritos una ayuda divina que pusiera fin a injusticias, represiones e incluso abusos de poder, hasta mundos que precisamente estaban faltos de poder. E incontables son las misiones que hemos llevado a cabo en todos y cada uno de ellos, manteniendo con ello siempre el Equilibrio de Fuerzas y dejando a nuestro paso una estela que perdura por sí sola.
Y quizá precisamente por ello resulte aún más confuso si cabe el origen de esta última Llamada; pues no se trata de un nuevo mundo por explorar que no hubiera conocido nuestra presencia en el pasado…
Cruzo el portal que nos conduce a dicho origen, acompañado como siempre de mi hermano de armas y Dios de la Luz: torden. Macaco, Dios de las Bestias, cruza segundos después; Ares, Dios de la Guerra, protege la retaguardia. La sala nos ahoga con su oscuridad segundos antes de quedar engullida con nuestra luz, revelándonos dos piedras ante nosotros. Y aunque la vista no llega a captar más que nuestros cuatro cuerpos en aquella habitación, decenas de presencias nos rodean, bendiciéndonos con su familiar calidez.
Torden pasa la mano con melancolía sobre la piedra que reza Dioses Todo Poderosos, mientras que Ares hace lo propio en la que reza Revenge.
Como si nuestra presencia hubiera satisfecho el origen de la Llamada, las dos piedras de clan recuperan el brillo que antaño las caracterizasen mientras, a nuestra espalda, el portal se cierra con un sonido casi inapreciable.
Desconocemos todavía el motivo que ha llevado a nuestros difuntos hermanos a convocarnos; y lo que es peor, desconocemos qué ha sido de este mundo durante todos estos años que haya podido llegar a ocasionar tal disrupción en el asentado equilibrio de fuerzas.
Aun con todo, una cosa está clara: este mundo volvería a sorprendernos una vez más.
Hechicero.
Dios de la Magia.
Miembro del Concilio de Magos.