"Hay quienes han sido premiado por Dios de habilidades como destreza, curtidos sastres, artesanos, herreros, capaces de dejar boquiabiertos a todo ser viviente con sus excelentes trabajos... otros nacen con inteligencia, destinados a ser grandes magos, alquimistas, curanderos... pues tienen el deber de aprovechar el don que les ha sido otorgado... licenciándose en las artes de la magia para combatir contra el mal.. que tanto abunda hoy día por nuestras tierras. Otros con fuerza, rudos, hombres valerosos y robustos, llenos de cicatrices de tantos combates que llevan a sus recias espaldas, capaces de enfrentarse con sus propias manos a un oso, y salir victoriosos de la batalla. En mi caso, yo soy rápido. Puedo recorrer cada bosque, cada camino, cada pasaje de la montaña, cada mazmorra, en menos que cava su madriguera una zariguella. Soy tan veloz, que puedo atravesar un campamento de orcos, que tanto abundan en los costados de la montañas, y que esos necios se pregunten en su feo y monstruoso idioma, ¿has visto esa sombra pasar?. Siempre voy acompañado de mi caballo, al que llamo Jericho. Fue un regalo del destino, una coincidencia divina. Comprado de potro, por apenas 500 monedas a un mal mercader, pésimo negociador, por considerarlo demasiado rebelde para su establo, ya que ni alimentarle podia, solo quería deshacerse de ese 'extraño potro que humeaba'. A veces pienso que ha nacido en el mismo olimpo, pues no he visto caballo que escupa tanto fuego, cual gigante Wyrm furioso y pueda ser tan veloz cual gato infernal. Puedo decir que mis piernas, son sus patas. Ambos recorremos fugazmente todo el territorio de Sosaria en busca de las más preciosas y extrañas criaturas. Fundidos, piel con piel, casi literal, pues su candente piel hace que lleve gastado miles de monedas en grebas y armaduras, pues no hay material que soporte la extrema calor que radia la piel de mi Jericho, recorremos el mundo juntos. Llegamos a todos los preciosos y asombrosos lugares que nos ofrece nuestra querida Sosaria. Mi legado amará la naturaleza y aprenderá a disfrutar de los fantásticos entresijos y aventuras que esta pone a nuestra disposición. Aprenderá a respetar cada criatura, cada bestia, admirar la belleza que estas brindan a nuestros ojos. Prestarán auxilio a las fieras que lo requieran y combatirán cada monstruo, presto a combatir y ha dejar que nuestro cadáver, forme parte del pasto que se extiende a nuestro norte. ¿Domador? Déjenme decirle. Soy amante de la esencia, del forraje. Me encanta oler a madera de noche, sentirme fusionado con el terreno que se explaya a mi alrededor. Soy observador de las estrellas. El horizonte es nuestro destino. "
Relato de un domador en alguna tasca de Sosaria, al ser preguntando por su procedencia.