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Tema: Diario del Capitán

  1. #1
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    Diario del Capitán

    Trayecto Britain - Minoc - BSO Heroes of M&M IV - goear.com

    Primera travesía: de Britain a Minoc.

    Desde hace unos días, mis superiores están preocupados por la seguridad en las ciudades. Mi señor Lorhasp me encargó en ese momento que preparara una patrulla e ir realizando distintas visitas a las ciudades del Rey Arnold y el Príncipe Feldor.

    Desde que entré a formar parte de la Guardia Real, todos mis superiores vieron algo en mí que destacaba del resto. Ya no sólo el manejo de la espada, sino en cuestiones tácticas. Muchos se quedaban asombrados de la facilidad con que mi mente planeaba nuestras estrategias en el transcurso de una batalla.

    Fue así como ascendí hasta el cargo de Capitán, donde me encargaba de la seguridad en Britain. Sin embargo, la situación actual requería de mis talentos para llevar a cabo la misión encomendada a la patrulla.

    Constaría, de momento, de tan sólo dos guardias, a mi elección. La ciudad y la ruta que tomar serían a elección mía, así que tendría total libertad de movimientos. Teníamos que partir dentro de dos días, así que me fui acercando por los barracones de la capital, buscando a los dos guardias que me acompañarían.

    Finalmente, me decidí por Bruno, un antiguo compañero de armas. Luchamos juntos en más de una ocasión en las guerras que se libraron para proteger las tierras del Rey Arnold. Tampoco es que tuviera mucha más edad que yo, pero era un soldado valiente y en quien se podía confiar.

    El otro guardia que escogí fue un muchacho, recién salido de la Academia Militar, pero que poseía una resistencia y un aura que inspiraba ganas de aprender. Cuando vi sus ojos color negro oscuros, supe que en el fondo, deseaba aprender más cosas sobre el Reino y las artes de combate. Su nombre era Jorvin.

    Así pues, llamé a los dos a mi despacho y les comuniqué que los había elegido para venir conmigo a la ciudad de Minoc, la primera ciudad que visitaríamos. No quería ir a ninguna ciudad bulliciosa ni tampoco peligrosa.
    Jorvin apenas acababa de terminar su instrucción militar, y lo más peligroso que había hecho era patrullar junto con dos guardias más por la ciudad de Britain, la más segura de todas. Era difícil que encontrara muchos peligros realizando dicha tarea.
    Por otro lado, Bruno hacía muchos años que no salía de Britain. Aunque tuviera más experiencia que Jorvin, hacía ya muchos meses que había combatido contra unos simple ladronzuelos, que salieron huyendo cuando el guardia sacó su espada. Estaba… podría decirse que “oxidado” en lo que se refería a combate.

    Minoc me pareció la ciudad perfecta para comenzar el viaje. No es que estuviera muy lejos de Britain, y allí normalmente, se respira mucha calma y tranquilidad.

    El primer día de viaje:

    Al día siguiente, recogimos todo nuestro equipo. Les dije que se reunieran conmigo en la puerta del castillo, y desde allí, partiríamos hacia Minoc por el camino que iba hacia el Nordeste. En el mapa que disponía, lo único que era peligroso era el tramo del pantano. El resto del camino, no presentaba mayores problemas. Había un puesto de la guardia en una de las encrucijadas, justo a mitad de camino. Llegaríamos allí en un par de días y descansaríamos unas horas.

    Así pues, Bruno y Jorvin estaban esperándome en la puerta cuando salí. Cada uno llevaba su espada y su escudo, al igual que yo, provistos de comida, agua, vendas, pociones… cualquier cosa que nos hiciera falta.
    Montamos en nuestros caballos y nos dirigimos hacia el camino que nos llevaría hasta Minoc.
    - Buenos días. – les dije a los dos soldados.
    - Buenos días, señor. – contestaron al unísono.
    - Bien, os explicaré un poco la ruta antes de partir. Tenemos que cruzar un pantano, así que tendremos que acampar hoy en medio del bosque. Aunque lleváramos buen ritmo, la noche nos cogería seguro y no quiero cruzar ese lugar en la oscuridad. Hay muchas criaturas que nos podrían atacar, y los caballos no pueden galopar por ese terreno. Lo cruzaremos de día.
    Después, llegaremos hasta el puesto de guardia y nos desviaremos hacia el Este. Pasaremos cerca de las montañas de Cove, así que estad atentos. No pasaremos muy cerca de Covetous, pero es posible que nos encontremos con alguna criatura que haya salido para cazar. Además, se dice que algunos Orcos salvajes tienden emboscadas a los viajeros que pasan por allí, aunque hace ya mucho tiempo que no hemos recibido ningún aviso.
    Después, es ya torcer hacia el Norte y llegar a la ciudad. ¿Alguna pregunta?
    - ¡Ninguna, señor! ¡Estamos listos para partir y combatir contra los enemigos del Rey! – dijo Jorvin, bastante nervioso.


    - A ver.. Jorvin.. soldado.. no vamos a entrar en combate, al menos en teoría. Así que no te preocupes y tranquilízate un poco. Simplemente vamos a hacer un viajecito y a echar un vistazo por Minoc, nada más. Tómatelo más como un permiso jeje.
    Jorvin se quedó con cara de extrañado, pero al menos, conseguí que se relajara un poco. Es un joven muy impetuoso, pero no hay que ser tan impulsivo. Todavía debe aprender a mantenerse controlado.
    - Muy bien, pues entonces.. ¡En marcha!
    Me puse a la cabeza, mientras que Jorvin se puso a mi izquierda y Bruno a mi derecha. Trotábamos con los caballos, sin prisa pero sin pausa, en una formación clásica de “punta de flecha”. El más fuerte de los tres se pone delante para poder aguantar la carga del enemigo o para cargar al enemigo, de forma que se le podrían producir graves daños en el primer ataque. Bruno y Jorvin son los que cubrirían mis flancos para no verme rodeado.
    Las conversaciones que tuvimos durante el camino fueron bastante amenas.
    Le pregunté a Bruno por la familia, ya que está casado y tiene dos hijos varones. Siempre está orgulloso de sus hijos y espera que en un futuro también sean unos guardias leales al Rey.
    Por el contrario, Jorvin es más joven y todavía no ha conseguido “sentar su cabeza” y encontrar a una esposa.
    - Así te lo digo chico, Reinarz y yo pensábamos que no íbamos a salir de allí con vida. Apenas nos quedaban la mitad de nuestros hombres y el enemigo seguía avanzando. Pero los conseguimos contener. Reinarz, por aquel entonces, era Teniente, y al ser superados en número, usó una táctica muy arriesgada, pero eficaz: el doble círculo interior.
    - ¿El doble círculo interior? – preguntó, extrañado, el joven Jorvin.
    - Así es, Jorvin. – comenté yo luego. Es una táctica que sirve para cuando te ves superado en dos hombres a uno. Los hombres que están a tu cargo forman dos círculos, uno exterior y otro interior. En el interior, colocas a los guerreros más diestros. El enemigo intentará romper la defensa del primer círculo, el exterior, pero si alguno cae o se ve exhausto, puede ser reemplazado por el del círculo interior y cubrir ese hueco. Así se le da tiempo a recuperarse al otro soldado, o directamente, pasa a cubrir esa baja.
    - Pero.. ¿Y qué se consigue realizando esa formación? No puedes contraatacar, así no puedes ganar nunca.
    - Exacto, por eso es peligroso. Usar esta táctica significa acabar con todos los enemigos que puedas antes de morir… o esperar refuerzos.
    - Fue así como vencimos. – intervino Bruno en ese momento. La compañía del Sargento Vorodin acudió en nuestro rescate. Fue una suerte que llegara porque ya apenas quedábamos diez hombres. Reinarz y Zahariel eran los únicos que quedaban dentro del círculo interior.


    El segundo día de viaje:

    Tras acampar en el bosque, no muy lejos del camino, proseguimos con nuestro viaje. Muy cerca del pantano, nos topamos con un explorador llamado Windor. Pedía que le llevásemos a la ciudad de Nujel’m, pero le tuve que disculpar, ya que nuestras órdenes tenían prioridad, y Nujel’m se desviaba mucho de nuestro camino. Sin embargo, le aconsejamos que fuera en dirección a Britain, ya que tan sólo estaba a un día de camino, y no existía ningún peligro. Desde el puerto de Britain zarpan varios barcos a Nujel’m.
    Sin embargo, Windor me contestó que prefería que alguien lo guiara, que a él le gustaba más la compañía viajando, pero que se acercaría a Britain, a ver si alguien podía ayudarle a llegar lo antes posible a su destino. Posiblemente, algún ciudadano lo llevaría mediante el uso de la magia.
    Yo soy muy reacio a usarla, aunque he de admitir sus ventajas. Pero no me gusta nada viajar con la magia. No me gustaría que, al llegar a mi destino, me convirtiera en una masa deforme o me faltara algún miembro o me llevara a algún otro lugar extraño y lleno de criaturas feroces.

    No no, mi caballo y un camino son más seguros.

    Proseguimos con nuestro viaje, hasta llegar al pantano, la zona más peligrosa del viaje.
    - Bien, bajemos de los caballos. Tendremos que ir a pie con ellos. No creo que el terreno sea seguro para ir montados en ellos. Desenvainar vuestras espadas, es posible que tengamos que enfrentarnos a alguna criatura.
    Bruno y Jorvin obedecieron, mirándose el uno al otro, concentrados en un posible combate.

    Sin duda, aquel pantano despedía un olor nauseabundo. El sonido de pequeños animales e insectos es lo único que se escuchaba en el aire, salvo algún chapoteo de las burbujas que salían del pantano. Fuimos despacio y con cuidado.

    Tardamos unas cuantas horas en cruzar el pantano, pero no hubo ningún incidente. Me sentí realmente aliviado cuando dejamos aquel espantoso lugar. Volvimos a montar en nuestros caballos y seguimos trotando hasta llegar al puesto de guardia, a mitad del camino.

    Cuatro hombres eran los encargados del puesto, y nos recibieron con amabilidad. Nos dieron un plato de sopa caliente, un trozo de pan para comer y unas camas confortables para dormir. Pasaríamos allí la noche, y al día siguiente, proseguiríamos con nuestro camino.
    Todo estuvo bien, contando anécdotas de cada uno. Jorvin pudo contar más de las que esperaba. Este chico prometía bastante.


    Tercer día de viaje:

    Partimos hacia el Este, nada más salir del puesto de guardia. Avanzamos sin descanso durante unas cuantas horas, donde a lo lejos, a mano izquierda, pudimos vislumbrar la montaña de Covetous. Jorvin se quedó bastante sorprendido por la altura y la inmensidad de la montaña, donde se encontraba también algunas minas. Estaba claro que el chico apenas había salido de la ciudad y había visto poco mundo.

    Continuamos avanzando, hasta llegar a un puesto de aprovisionamiento. La mujer que llevaba el lugar, Ambar, nos saludó y nos regaló unas cuantas frutas, pan, agua y unas bolsitas para el camino. Descansamos allí unos cinco minutos.
    - Dígame señora ¿Pasan muchos viajeros por aquí? ¿Ha visto a bestias o asesinos por esta zona? – le pregunté.
    - ¡Oh no! Esta zona está muy tranquila, mi señor. De vez en cuando pasa algún viajero, pero nunca se detiene.
    - Muy bien, muchas gracias por la comida. – le dije y nos despedimos.

    Tendría que informar a mis superiores de que esta parte es segura. No parece que haya problemas cerca de la zona de Cove.

    Proseguimos durante un par de horas más y luego paramos para montar el campamento. Aquella noche hacía bastante frío.

    Cuarto día de viaje

    Al día siguiente, continuamos el viaje. Cuando estuvimos cerca de Covetous, tuve un presentimiento.
    - Desenvainar… - dije en voz baja a Jorvin y Bruno. Despacio, fueron sacando sus espadas y sus escudos. Avanzamos más despacio y noté cómo los caballos presentían el peligro. De entre la espesura, nos asaltó un horrible esqueleto, armado con un hacha.
    - ¡Manteneos! – les dije a Jorvin y Bruno.
    El esqueleto se abalanzó primero a por Jorvin. Quizás sería por lo nervioso que estaba o porque era joven, el caso es que el esqueleto se tiró a por él. Por suerte, el hacha impactó en el escudo del soldado y no pudo hacerle ninguna herida. Sin embargo, consiguió tirarlo del caballo, por lo que Jorvin había perdido toda la ventaja. Bruno y yo enseguida acorralamos al esqueleto y lo empujamos, lejos de Jorvin. Aunque no peleaba mal, no dejaba de ser un simple esqueleto, con una inteligencia limitada, así que sus golpes no eran nada efectivos contra nosotros.
    Acabamos con el esqueleto y luego fuimos a ayudar a Jorvin.
    Parecía estar bien, sólo algo lastimado por la caída, pero nada grave. Temblaba un poco, debido a la emoción y los nervios del combate.
    - Tranquilo Jorvin, ya pasó. Acabamos con él.
    - Sí..sí señor. El..el caso es que.. es que no es la primera vez que veo.. un esqueleto de esos… Por Britain de vez en cuando se acerca alguno del cementerio…
    - Lo sé muchacho, pero estos no son como los de Britain. Los de allí están más controlados y no son tan rápidos como estos. Probablemente venga del cementerio de Cove o tal vez de la propia Covetous, aunque lo dudo mucho.
    Jorvin se consiguió calmar al poco tiempo y continuamos. Pese al susto del esqueleto, lo cierto es que el viaje estaba siendo muy tranquilo. Sin embargo, algo en mi mente me decía que no todo estaba bien. Sentía que debíamos de llegar pronto a Minoc.

    Apretamos un poco más el ritmo y llegamos a la encrucijada de Minoc-Vesper. Pasamos por delante del portal que llevaba a Buccaneer’s Den. Pese a que ahora era una ciudad del Rey, todavía sentía escalofríos por pasar por delante de ese lugar. El portal parecía haber salido del propio Inframundo, y aunque se ha dicho muchas veces que es seguro, a mi seguía sin convencerme.

    Intentamos llegar a Minoc aquel mismo día, pero la noche se nos echó encima. Jorvin y Bruno estaban bastante cansados, y yo también. Decidí que teníamos que parar a descansar, simplemente un par de horas, ya que Minoc no estaba muy lejos de nuestra posición.


    Quinto día

    Al final, descansamos tres horas. Me molestaba tener que esperar una hora más, pero Bruno realmente lo necesitaba. Jorvin era más fuerte y podía aguantar sin problemas, pero Bruno no estaba muy acostumbrado a estos viajes. Demasiado tiempo en la ciudad le habían dejado una fatiga y un estómago que casi no le cabía en la armadura. Esperaba que con estos viajes, recuperara un poco la forma.

    Así pues, continuamos, rumbo Norte… ¡Por fin vimos la empalizada de madera de Minoc! Pasamos por al lado del campamento de gitanos. Recuerdo que, anteriormente, el campamento y el Conde de Minoc mantenían un pacto. Ni los gitanos molestaban a los ciudadanos ni los ciudadanos les molestaban. A mi, personalmente, es una idea que no me gustaba nada, pero si de esta manera se puede conseguir paz y tranquilidad, pues lo veo bien.

    Seguimos hasta llegar a un puesto donde dos guardias estaban vigilando la entrada al campamento gitano. Pero, cual fue mi sorpresa cuando… ¡Habían asesinos en la propia puerta de la ciudad! ¡Sí, claramente eran dos asesinos! Nada más acercarnos, lanzaron sus terribles conjuros contra nosotros. Jorvin se lanzó a por ellos, lanzando un grito de batalla. Por supuesto, los dos magos retrocedieron ante el ataque del guardia, para seguir usando sus mortíferos hechizos contra él. Una bola de fuego impactó en el joven soldado, pero apenas le hizo daño. Le grité que se detuviera y permaneció quieto.
    - ¡No podemos atacar así, de forma tan ciega! De momento, sólo son dos, pero no sabemos si dentro del campamento gitano hay más. O incluso que los gitanos nos ataquen. Además, parecen conocer muy bien la magia. No creo que duremos mucho si alguno de sus hechizos más poderosos nos alcanza. Debemos retirarnos.
    - ¡Pero señor..!
    - ¡Tranquilízate! Hay ahí dos guardias apostados para impedir que pasen a la ciudad. Mientras no sean un peligro seguro para Minoc, no nos arriesgaremos a atacar. No hasta que no sepamos con exactitud cuántos son.
    Jorvin, finalmente, aceptó a regañadientes.

    Pero yo me quedé perplejo. ¡Asesinos en Minoc! ¡A mí nunca me había llegado un informe de asesinos en Minoc! Sin duda, tendría que hablar muy seriamente con el Gobernador sobre la seguridad de la ciudad. Al cabo de unos pocos minutos, los dos asesinos volvieron, y se identificaron como Sony y Sir Integral.
    - ¿Es que acaso os sorprendéis de vernos? – dijo Sir Integral mientras sonreía.
    - Pues sí, es una sorpresa encontrarles por aquí. Pero no creo que sean capaces de atravesar la empalizada. – contesté.

    Así pues, seguimos nuestro camino… aunque me quedé bastante intranquilo. Cuando llegamos al banco, les dije a Bruno y Jorvin:
    - Voy a volver. Patrullaré durante un rato la entrada, por si alguno de ellos decide entrar. No me fió de ellos.
    - Señor, déjenos que le acompañemos.
    - ¡No! Es mejor que os quedéis aquí y protejáis el banco. La mayoría de ciudadanos se concentra aquí, tenéis que protegerlos.
    - Pero… Reinarz.. – me dijo Bruno.
    - Hazme caso Bruno. Quedaos aquí.

    Volví hacia la entrada y estuve durante un buen tiempo patrullando. Bruno y Jorvin todavía no estaban preparados para este tiempo de combate. El primero hacía mucho que no luchaba, y el segundo aun era demasiado joven para dicho enfrentamiento, y menos contra dos magos. No teníamos entre nuestras filas a un arquero para contrarrestar el ataque a distancia. Acercarse a ellos podría ser muy complicado, y no quería ser el responsable de sus muertes.

    Desde la empalizada, no veía a ninguno de los asesinos, y en el campamento gitano no parecía producirse ningún tipo de actividad digamos fuera de lo normal. Los dos guardias del puesto estaban más distraídos en jugar a las cartas que en proteger la entrada… me apunté sus nombres para que luego recibieran su castigo. Esto no se puede permitir en una ciudad del Rey.

    Quince minutos después, pasó un caballero. Se presentó, su nombre era Raziel. Iba bien vestido, con una buena armadura. Me preguntó que qué hacía allí y le dije que patrullar. Estuvimos hablando un buen tiempo, de mientras vigilaba la entrada a la ciudad. De vez en cuando me volvía para ver si veía alguna amenaza, pero no era así.

    Más tarde, el caballero Raziel me preguntó si le podía acompañar por el campamento gitano, ya que tenía unos trabajos que hacer y se sentiría más seguro con un guardia a su lado. En principio, le dije que no podía, pues había dejado a Bruno y Jorvin en el banco. Tampoco quería preocuparlos tardando mucho. Aun así, Raziel me insistió tanto que accedí.

    Nos adentramos en el campamento gitano. Como suponía, allí no veían con buenos ojos la entrada de un guardia real. Puse mi mano en la empuñadura de mi espada, preparado para combatir, pues notaba como varios ojos me miraban desde las tiendas del campamento.

    En ese momento, apareció el asesino Sony, dispuesto a acabar el trabajo que empezó. Desenvainé mi espada y puse mi escudo por delante, en un vano intento de detener sus hechizos. Además, algún que otro gitano se unió a la reyerta, esperando conseguir algo de valor, o simplemente, unos pantalones con los que vestirse. Esperaba que Raziel me ayudara en aquel combate… ¡Pero me atacó y empezó a ayudar al asesino! No tenía más remedio que volver hacia la entrada de la ciudad. Estaba en inferioridad numérica, en una zona hostil y traicionado por un ciudadano. Finalmente, escapé, no sin dificultades, pues aquel mago era realmente hábil. Si me hubiera quedado por más tiempo, no hay duda de que ahora no estaría escribiendo aquí.

    Cuando estuve a salvo, los dos guardias de la entrada me ayudaron a cruzar al caballo. Después, me giré y vi como el traidor se acercaba a la ciudad.
    - ¡Apresadlo! ¡Apresad al traidor! ¡A mi la guardia! – en ese momento, los dos guardias dieron la voz de alarma y se dispusieron a disparar con sus arcos al traidor Raziel. Sin embargo, este huyó con el asesino Sony. Tres guardias de la ciudad se acercaron, alarmados por los gritos.
    - ¡Quiero que se aumente la seguridad en esta zona! ¿Me habéis oído? Que se pongan dos guardias más en esta entrada. ¡No podemos permitir este tipo de intrusiones!
    - Señor, si señor. – dijo uno de ellos.

    Volví al banco, donde la multitud de gente estaba algo extrañada y asustada por los gritos de alarma y los movimientos de los guardias. Jorvin y Bruno seguían esperándome.
    - Señor, ¿Se encuentra bien? – me preguntó Jorvin.
    - Sí, Jorvin.. estoy bien, no estoy herido. Pero sí cabreado. ¿Desde cuándo la ciudad de Minoc se ha vuelto tan insegura? Sin duda, tendré que hablar con el Gobernador de forma urgente sobre la seguridad ciudadana. Además, mandaré una carta a la capital. Quiero saber cosas de ese traidor de Raziel. ¡La próxima vez que le vea, no volverá a escapar! ¡Lo meteré en un calabozo!

    Para intentar quitarme todo el estrés de encima, les dije a Bruno y Jorvin que iríamos a la posada de Minoc. Dejamos los caballos en el establo y nos dirigimos para allá. No recordaba dónde estaba exactamente… Así que pregunté a un noble ciudadano que había por allí. Su nombre era Cumora.
    Nos acompañó hasta la posada y luego se marchó. Les dimos las gracias y, cuando quisimos entrar... las puertas estaban cerradas. ¡Vaya! Otra cosa más que desconocía. Parece ser que la posada está cerrada. ¿Cuánto tiempo lleva así? Muy mal van las cosas en Minoc.

    Cansados y rendidos, nos dirigimos ya a los barracones. Comimos un poco y descansamos. Todavía no sé cual será nuestro próximo destino. Podemos coger un barco hacia otra ciudad o seguir por tierra. Lo que tengo claro es que aquí en Minoc hay problemas que arreglar. Yo pensaba que esta ciudad era una ciudad bastante tranquila y pacífica, pero veo que no es así.
    Hay que hacer por remediarlo.


    [OFF] El "Diario del Capitán" es un diario que relata los viajes de Reinarz. Esto quiere decir que estos hechos ya han ocurrido y han pasado realmente.
    No responder ni abrir ningún tema contestando a lo escrito en el diario porque "no habrá contestación, al no tratarse de una carta, sino de un diario".
    Si tenéis alguna duda, por privado o IRC. [/OFF]
    Última edición por Predator_Hunter; 04-Dec-2008 a las 17:38

  2. #2
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    Respuesta: Diario del Capitán

    En la ciudad de Minoc.

    A la mañana siguiente, los guardias que había en reserva, salieron del barracón y se dispusieron a patrullar por la ciudad. Bajo mis órdenes, la Guardia Real se dispuso por las entradas a Minoc y a proteger la zona del banco, la más concurrida.

    Bruno y Jorvin también fueron a patrullar, mientras me dedicaba a escribir unas cartas para mi señor Lohrasp e informarle de lo ocurrido. Además, pedí a la capital que investigaran el nombre de Raziel, si anteriormente había participado en algún otro acto de aquel tipo o si lo habían visto cometiendo actos criminales.

    Al día siguiente, salí yo a patrullar durante un rato. Aunque el Sol estaba fuera, tampoco es que hiciera mucha temperatura. Me dirigí al establo, para coger mi montura, y luego acercarme al banco.
    Llegué sin ningún problema hasta el lugar, donde varios guardias vigilaban la zona. El banco siempre era el sitio más concurrido. Dos ciudadanos se me acercaron y me saludaron. Sus nombres eran Heavenz y Walter.
    Les pregunté si habían visto algún asesino por la zona. Me dijeron que no, que hacía tiempo que no veían a ninguno por Minoc.

    Después, seguí con la ruta de mi ronda. Me dirigía hacia el puente del este, el que va hacia la montaña. En eso, que el ciudadano Heavenz decide acompañarme. Cuando llegamos al puente… ¡Varios No Muertos se habían plantado allí!

    Esqueletos arqueros y varios Liches impedían el paso. Heavenz y yo cargamos contra ellos. Los Liches usaron su magia para intentar detenernos, y los esqueletos arqueros dispararon sus flechas. Rebotaron contra las armaduras, aunque hubo alguna flecha que logró atravesarla y producirme una herida. Por suerte, no era nada grave.

    Tras una ardua pelea, los Liches y los esqueletos arqueros cayeron. Pero no eran los únicos que habían. Avanzamos un poco más y nos encontramos que dentro de las minas, aparecieron más No Muertos. Los esqueletos atacaban a los indefensos mineros, mientras los Liches usaban su magia para arrancarles el alma.

    Nuevamente, Heavenz y yo cargamos contra ellos. Costaban bastante de matar y tenían un color oscuro. Su determinación era increíble. No cesaban en su empeño de vernos muertos. Pero tanto como Heavenz y yo llevábamos poderosas armas para devolverlos al lugar de donde salieron.

    Con gran esfuerzo, acabamos con todos y dejamos las minas limpias. Más tarde, subimos por la montaña y la registramos, sin encontrar ningún No Muerto por la zona.

    Pero luego escuchamos gritos de socorro en el campamento minero. Al parecer, los No Muertos se habían apoderado del lugar. Esqueletos y Liches se movían por doquier. Bajamos de la montaña por el camino de tierra y cargamos, una vez más, contra los esqueletos. Algunas flechas que nos impactaron llegaron a realizarme alguna herida con bastante mal aspecto, pero no podíamos detenernos. Paramos un momento para que pudiera atender mi brazo derecho, donde habían impactado tres flechas.
    Aunque me dolía un poco al levantar el escudo, todavía podía continuar.

    Heavenz demostró tener mucha valentía y coraje. Siguió luchando desde el primer momento con la misma intensidad, y al final del todo, ningún No Muerto quedaba en el campamento minero.

    Regresamos a la ciudad, exhaustos, donde Walter nos dio comida y agua para recuperarnos. Para asegurarnos de que la ciudad estaba a salvo, nos fuimos hacia el campamento de gitanos, pero allí no había nada.
    No parecía que los No Muertos les habían atacado. Cansado y herido, decidí retirarme a los barracones, curar mejor mis heridas y descansar.

    Le di las gracias a Walter y a Heavenz, sobretodo a este último, que se ganó mi respeto.

    Dejé mi montura en el establo y me fui a descansar, mientras me aplicaba unas vendas en el brazo derecho.


    Un nuevo ataque

    A los dos días siguientes, volví a salir de patrulla. Tras el ataque de los No Muertos, había mandado a varios guardias a patrullar por los alrededores. Por desgracia, al hacerlo, estaba dejando con poca protección a la ciudad, pero teníamos que averiguar de dónde salieron aquellos No Muertos.

    Cuando iba hacia el establo, me encontré con Bruno, que venía de su patrulla por la zona Norte. Jorvin había ido hacia el sur, pero aun tardaría en regresar.
    - Buenas tardes Bruno. – le dije.
    - Buenas Capitán.
    - ¿Ya has regresado de tu patrulla?
    - Así es, señor. No he visto nada fuera de lo normal en el Norte.
    - Muy bien. ¿Estás muy cansado o quieres venirte conmigo a patrullar? No iremos muy lejos.
    - Será todo un honor ir con usted.
    - Jeje, muy bien Bruno.

    Tras coger mi caballo, nos dirigimos hacia el banco. Como en los viejos tiempos, Bruno estaba a mi lado, dispuesto a luchar por los ideales del Rey.

    Al llegar al banco, vimos una escena algo curiosa. A excepción de los guardias, no había nadie. Estaba todo muy tranquilo. Demasiado tranquilo.
    - Hay algo que me preocupa…
    - Sí, tiene razón Capitán… hay… tranquilidad.
    - Sí… demasiada tranquilidad.
    No me gustaba nada aquella sensación. Sentía como si algo estuviera apunto de acecharnos.

    - Vayamos al campamento gitano. – me dijo Bruno.
    - Muy bien, comprobemos que allí no hay nada. – le dije.
    Fuimos hacia el campamento, donde los dos guardias seguían atentos a la entrada de cualquier peligro. Desde que les eché una buena bronca, ahora están más atentos.
    Entramos en el campamento y no parecía que hubiera nada. Los gitanos seguían mirándonos con malos ojos, pues no les gustan mucho los guardias.
    - No parece que haya nada aquí. Volvamos a… - mientras decía estas palabras, un gitano saltó a la espalda de Bruno. Intentaba matarlo, pero el guardia era demasiado experto para caer bajo un ataque tan rudimentario. Tiró al gitano al suelo y después, le dio muerte con su espada.
    Varios gitanos más se acercaron, con cara de pocos amigos, al ver a su compañero muerto.
    - ¡Salgamos de aquí! – le dijo a Bruno. Cabalgamos de nuevo hasta la empalizada y llegamos hasta el puesto de los dos guardias. Los gitanos dejaron de perseguirnos, sabiendo que si se acercaban más, la guardia real se les echaría encima. No eran rivales para los soldados del Rey.

    Pero cuando nos íbamos a marchar hacia el banco, aparecieron dos asesinos en el campamento. Uno de ellos se identificó como Konami y el otro asesino era una mujer, pero no quiso darnos su nombre.

    - Mire Capitán, han aparecido dos asesinos.
    - Ya los veo, Bruno. Pero no se preocupe. No pueden atravesar la empalizada. No son un peligro para los ciudadanos. Debemos proseguir con nuestra patrulla.
    - Sí señor.

    Continuamos hacia el banco, donde ahora se veía a algunas personas, pero en comparación con otros días, seguía estando muy tranquilo. Me crucé con una dama de nombre Nicole.
    - ¿Está haciendo de poli? xd. – me preguntó.
    - ¿De poli? ¿Y eso qué es, milady? – le dije, pues no comprendía su pregunta.

    Pero no obtuve una respuesta, pues la dama se marchó, sin ni siquiera despedirse.
    - Ni las damas tienen ya respeto Bruno…
    - Cuánta razón, mi señor.

    Decidimos regresar donde la última vez atacaron los No Muertos, por si habían regresado. En efecto, al llegar al puente, dos esqueletos y un Liche nos cortaban el paso. Bruno y yo fuimos a por ellos, y en poco tiempo, el camino volvía a estar libre. Estos no parecían ser tan fuertes como los de la otra vez… pero al llegar a la mina, vi que eran mucho más numerosos.

    Los esqueletos se nos echaron encima. Al menos, conté a tres que querían tirarme de la montura, y otros tres intentaban hacer lo mismo con Bruno. Sin embargo, nos protegimos bien con los escudos, y los mandobles de nuestras espadas acabaron con aquellas viles criaturas. Una descarga de energía impactó en Bruno. Por suerte, el hechizo no pareció producirle ningún daño.
    A mi me vino una tremenda bola de fuego, que pude esquivar a tiempo. Los Liches nos lanzaban sus mortales conjuros. Pero en el cuerpo a cuerpo, no eran tan hábiles. Sin la oposición de los esqueletos, nos acercamos hasta ellos y atravesamos sus blandos cuerpos con las espadas.

    Pero algo más se movía dentro de la mina… mi montura lo notó cuando el suelo comenzó a temblar. ¡Elementales de Tierra surgían desde el suelo! Parecían estar liderados por un Elemental de Roca Negra. Una vez que acabamos con los Liches, nos tocó enfrentarnos contra los Elementales. ¿Qué hacían allí? ¿Era casualidad que surgieran en aquel lugar? ¿O tal vez estaban aliados con los No Muertos?

    Da igual cual fuera la respuesta, eran una amenaza para los mineros del campamento y la ciudad. Por suerte, nuestras espadas eran lo bastante fuertes como para atravesar la fuerte armadura de los elementales. Al cabo de unos minutos, no quedaba ya ninguna criatura peligrosa en la mina.

    Me costaba bastante respirar y tenía los brazos agarrotados. Bruno todavía estaba peor que yo, muy cansado y respiraba muy fuerte. Parecía que en cualquier momento se desmayaría por el cansancio.
    - ¿Estás bien Bruno?
    - Sí.. mi.. Capitán.. – me dijo de forma entrecortada por la respiración.
    - Bien… no parece que hayan más peligros en la mina. ¡Continuemos!
    - Un momento señor… déjeme unos minutos… para recuperar… el… aliento. – dijo de nuevo Bruno.
    - Muy bien. Me avanzaré yo y echaré un vistazo. Quédate de mientras aquí, no tardaré.
    - De acuerdo Capitán, pero tenga cuidado. Si ve peligro, vuelva enseguida.
    - Descuida, no será hoy el día en que muera. – le dije sonriendo.

    Avancé un poco más por la montaña. El camino que bordeaba el lugar parecía despejado. No encontré ninguna criatura ni tampoco a ninguna persona. Volví luego a la mina, donde estaba Bruno, algo más recuperado.
    - El camino está libre Bruno, continuemos.
    - Sí, mi Capitán. – contestó.

    Cabalgamos los dos juntos por el angosto camino. Seguimos hasta llegar al final, donde ya empezaba la gruta que se metía dentro de la montaña. No era prudente meterse dentro, pues cuentan las historias de que un temible dragón protege la entrada a la montaña. Ni Bruno ni yo estábamos preparados para semejante adversario. Dimos media vuelta y bajamos de la montaña por el camino. Cuando ya casi estábamos llegando al campamento minero, escuchamos gritos de terror. A lo lejos vimos como los No Muertos habían invadido el lugar de trabajo de los mineros, otra vez.
    - Todavía no nos han visto, mi señor. – me dijo Bruno.
    - Sí, eso parece. ¡Entonces, carguemos contra ellos! ¡Sin piedad! ¡Por el Rey!
    - ¡Por el Rey!

    Cargamos los dos contra un grupo de cuatro esqueletos. Nuestra carga fue simplemente arrolladora. Ninguna de las criaturas quedaba en pie. Los golpes fueron certeros y mortales. Fuimos registrando el campamento, acabando con cualquier No Muerto que nos encontráramos. Esta vez, nos encontramos con caballeros esqueletos, armados con escudos, bastante buenos en el cuerpo a cuerpo. Pero no son nada en comparación con los soldados de la Guardia Real.

    Aunque nos costó un poco más que a los esqueletos normales, los caballeros esqueletos cayeron. Ya no quedaban más No Muertos… o eso creíamos. De repente, una minera gritó dentro de una de las tiendas. Bajamos de las monturas y entramos dentro. Dos esqueletos la tenían acorralada. Pero justo antes de que acabaran con su vida, Bruno y yo nos interpusimos. Peleamos cada uno con un esqueleto. Aunque habíamos matado ya a muchos de ellos, el cansancio hacia ya mella en nosotros. Nuestros reflejos no eran los de antes y el esqueleto que tenía delante por casi me alcanzó con uno de sus golpes. Aun así, nos mantuvimos firmes y, finalmente, encontramos un hueco en sus defensas. Las espadas hicieron añicos los huesos, que se convirtieron en polvo al caer al suelo.

    La minera todavía estaba algo afectada.
    - Tranquilícese, ya ha pasado todo. – le dije.
    - Sí, ya no tiene de qué preocuparse. – le dijo luego Bruno para calmarla.

    Cuando ya estuvo más tranquila, nos dio las gracias. Nos dijo su nombre, Bevin, y que si alguna vez necesitáramos ayuda, la avisáramos y haría todo lo posible. Estaba en deuda con nosotros, aunque le explicamos que nuestro deber es proteger a los ciudadanos.

    Dimos otra vuelta más por el campamento, pero los No Muertos parecían haberse retirado. Agotados, con rasguños y magulladuras, nos retiramos a la ciudad. Mandé a dos guardias hacia el campamento para que lo vigilaran, aunque eso significaba dos guardias menos en la ciudad. Aun así, los peligros estaban más por los alrededores que dentro de la ciudad.
    No tenía más opción que dividirlos para asegurar la zona.

    Dejamos a nuestras monturas y luego fuimos a los barracones, donde comimos y descansamos. Jorvin estaba allí, esperándonos. Nos preguntó qué nos había pasado al ver nuestro aspecto. Le contamos todo lo ocurrido, y más que sentirse aterrado, se sentía lleno de energía, como si se lamentara de habérselo perdido. Vaya con el joven guardia… siempre queriendo más y más aventuras. Sigue siendo demasiado impetuoso.

    Más tarde, redacté una carta para la capital y otra para el Gobernador de Minoc. Espero que lleguen en unos días a sus destinos. Sin duda alguna, la ciudad esta bajo serias amenazas y hay que poner fin a esto.

    En la carta enviada a la capital pedía más efectivos para Minoc y que esta pasara al estado de alerta dos. Se montarían varios guardias por la ciudad y los alrededores, además de un toque de queda estricto. Ningún ciudadano podría salir de sus casas a determinadas horas.

    Pero para eso, necesitaba una autorización por parte de la capital. Ahora, no tenía más remedio que seguir esperando.

  3. #3
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    Respuesta: Diario del Capitán

    La orden de Reinarz

    Han pasado ya varios días desde que los No Muertos y los asesinos merodearan por la ciudad de Minoc. Todo parece estar más tranquilo, aunque no he dado la orden de que las tropas puedan regresar a la ciudad y descansar.

    Las patrullas van haciendo turnos de seis horas cada uno. Salen tres patrullas durante el día: una al norte, otra nordeste y otra al sur. Cuando regresan, tres nuevas patrullas salen para relevarlas. De mientras, los que han venido van a descansar o siguen patrullando por la ciudad.

    No se han dado permisos de ningún tipo, ni para ver a la familia ni tampoco para salir un rato y despejarse. Sé que algunos no están contentos, pero no tengo otra salida.

    Sin embargo, ayer tuve una visita de un conocido. Por la tarde, mientras estaba en los barracones, un guardia se acercó hasta el lugar y entró.

    - ¡Saludos, mi Capitán! – me dijo, mientras se ponía firme y quieto. Luego me di cuenta de quién era, el Sargento Norhild. Era un muchacho de temprana edad, un poco alto, con buen porte, moreno, con pelo corto. Sus ojos eran de un color azul cielo, y en esa mirada que tenía, se podían ver las numerosas batallas en las que había participado. Sin duda, todas esas victorias habían conseguido que el joven Norhild ascendiera al grado de Sargento.
    - Descanse, sargento. – le dije. Descansó los músculos y se acercó despacio hasta la mesa.
    - Traigo la información que pedisteis a la capital, señor.
    - Muy bien… pero ¿A qué es debido vuestra presencia? Dudo que una simple carta sea el motivo de vuestra visita.
    - En realidad, la información de la carta se supone que es de alto secreto, señor. Necesitaban a alguien experimentado para traerla. Vine junto con dos guardias más, que me están esperando para marchar.
    - ¿Tanta prisa tenéis, sargento?
    - Cuando lea la carta, lo comprenderá.

    Me dispuse a leerla, con paciencia. La información que pedí sobre el ciudadano Raziel estaba en mis manos. Por lo que parecía, había estado luchando con miembros de la Alianza y estaba afiliado en las filas de la Triada del Equilibrio. Reinarz no pudo reprimir la parte de rabia que sentía.
    ¿Triadas y asesinos en Minoc? Eso no puede ser buena señal. Tras terminar de leer la carta, entonces entendió el motivo de que Norhild la trajera personalmente. Sabía que su señor Lorhasp entendía perfectamente cual sería la siguiente acción que tomaría, y por eso, mandó al Sargento.

    - Muy bien Sargento. Por lo visto, nuestros enemigos que nos atacaron, pertenecen a la Triada del Equilibrio. Sin duda, la seguridad de la ciudad de Minoc está en evidencia. Incluso, podemos presuponer, que se trata de un intento de ataque contra la ciudad.
    - Es muy posible, señor. Pero, ¿Qué haremos al respecto? – me preguntó el Sargento.
    - Como ya sabe, Sargento, yo estoy aquí, defendiendo Minoc, y probablemente, cuando todo esté resuelto, partiré hacia otra ciudad. Así que no puedo encargarme personalmente de este asunto. Es por eso que le han mandado a usted aquí, para que le de las órdenes y se ponga al mando de una compañía.
    - ¿De una compañía? ¿Para qué, señor? – eso último le dejó bastante sorprendido.
    - Para atacar la capital de la Triada, Delucia. Sin duda, ya hemos sido demasiado permisivos contra aquellos que se oponen al Rey. Tenemos muchos frentes abiertos, y siempre hemos dejado la Triada al margen. Pero esta acción, sobrepasa los límites. Quiero que coja a la 8ª compañía de Britain y prepare unos planes de invasión y conquista contra la ciudad de Delucia. Sería bueno que hablara con Fender, el explorador. Podría darle información valiosa de la ciudad.
    - Muy bien señor. – a Norhild se le notaba en la cara que le habían encomendado una misión muy difícil.
    - No te preocupes Norhild. Sé que lo harás bien. Además, en la 8ª Compañía tienes a muchos veteranos. No va a ser fácil, por supuesto, pero tengo confianza en que podréis cumplir vuestra misión.
    Acabaremos con la Triada del Equilibrio, y serán un enemigo menos de qué preocuparnos. No podemos seguir dejando que campen a sus anchas por las tierras del Rey, cuando han declarado abiertamente su enemistad contra él.
    Parecía que estas palabras relajaron al joven Norhild.
    - En ese caso, partiré enseguida con sus órdenes, señor. No se preocupe, lo prepararemos todo en el menor tiempo de posible. Delucia quedará bajo asedio en unas pocas semanas.
    - Muy bien Sargento. Me alegra escuchar eso. – le dije mientras sonreía.

    Norhild se marchó y montón en su caballo. Los dos guardias y él, salieron al galope, llevando mis órdenes a la Capital. Sin lugar a dudas, la Triada se había convertido en una amenaza para nuestras ciudas.
    ¡Había que eliminar esa amenaza para siempre! Era una pena que yol no pudiera participar, pero confiaba en el joven Sargento. Además, la 8ª Compañía era muy veterana, con soldados como Willemn, Xenos y Orman. Los hermanos Darnell e Irving eran unos excelentes arqueros, y si podían llevarse unos cuántos cañones, las defensas de Delucia caerían a los pocos días.
    La Triada del Equilibrio no tendría nada que hacer.
    Última edición por Predator_Hunter; 18-Dec-2008 a las 15:10

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