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Tema: Alas en la Oscuridad

  1. #1
    Avatar de LerumarV.Eiliss
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    Alas en la Oscuridad

    CAPITULO 1

    Perdida entre los humedales de las tierras olvidadas, custodiada por cientos de bestias infectas que aguardan a que aventureros incautos acudan a la llamada del poder y la gloria; se alza una montaña que araña los negros nubarrones en su intento por encontrar la luz. Tierras sumidas en la oscuridad por un poderoso mago, enfermo de odio hacia los vivos; vigiladas desde lo alto de la montaña por la atenta mirada del nigromante, alimentando a sus fieras desde las alturas con los cuerpos de las doncellas usadas en sus rituales.

    Durante decenas de años el mago persiguió el poder supremo y la inmortalidad y, al fin, tras cientos de tomos robados de las bibliotecas secretas de grandes hechiceros consiguió llegar hasta la misma entrada del infierno. En su locura inmerso, golpeó las aldabas con estruendo y ante él se personó un gigantesco demonio, de tez aterradora y sujetando con sus poderosas garras a un gran lobo de tres cabezas.
    - Tu mortal –dijo con su voz gutural una de las cabezas del lobo- ¿Qué deseas de los demonios?
    - ¡Poder! –exclamó el mago- ¡Y la vida eterna!
    - Já, me sorprende tu originalidad sucio humano. Te propongo un trato –dijo el demonio lobo bajo la atención del hombre-, deberás atrapar un hada y presentarla ante mí.
    Después, tras una fuerte llamarada la puerta y los demonios desaparecieron.

    El mago montó raudo en su wyvern y descendió de su gruta impaciente, sobrevoló los pantanos y escudriñó los bosques. Tras varias horas de búsqueda infructuosa descendieron para montar un pequeño campamento y pasar la noche.
    La noche se presentaba despejada y en aquella zona del bosque las bestias salvajes eran muy tranquilas y rara vez atacaban a la gente. Y un tenue susurro rompía el silencio y una alegre melodía flotaba en el ambiente…
    Risas y juegos en la oscuridad desvelaron al mago en su meditar, llevando hasta él el fresco olor a flores de las hadas. Se adentró entre la espesura, en silencio; en busca del factor sorpresa pues, un hada que ve en peligro su vida puede resultar muy poderosa. Al asomarse entre los árboles pudo ver a dos hadas adultas que jugaban y revoloteaban junto a una pequeña y grácil niña hada.
    La bella estampa fue calcinada súbitamente por el mago oscuro cuando salió de su escondite invocando una potente llamarada que acabó con una de las hadas, las otras dos quedaron paralizadas por el miedo y el Wyvern apareció de repente cayendo en picado sobre la otra hada adulta, un último conjuro apagó la vida de tan bello ser. Sola y desamparada, la pequeña niña lloraba de rodillas en el suelo, sintiendo en su corazón el dolor de sus hermanas asesinadas. El mago la cogió del cuello, la levantó y la metió en una oscura y raída bolsa.
    - Pensé que sería más difícil Baron –dijo riendo al Wyvern, éste remontó el vuelo una vez se hubo subido el malvado mago.

    Volaron en la noche hasta llegar a su guarida, y una vez allí; la pequeña hada fue encerrada entre llantos, junto a otros seres; algunos humanos, que poseía el mago en sus mazmorras.
    Volvió a pintar en tiza una gran puerta en la pared de la cueva y tras decir unas palabras… los trazos comenzaron a brillar en un rojo fulgor.

    BIOGRAFIA || Relato: El Rescate
    "Y es que en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo depende de lo bueno que seas usando el copy&paste"

  2. #2
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    Re: Alas en la Oscuridad

    CAPITULO 2

    Aterrada pudo ver como la dura roca se agrietaba y de su interior escapaba fuego, aquella puerta se abrió dejando salir de ella a varios demonios envueltos en llamas que corrieron por la cueva olismeando. Entonces hizo aparición de nuevo el gran demonio lobo apartando a los diablos inferiores, arrojándolos contra las paredes, pisándolos y mordiéndolos.
    - Eres rápido, sucio y pestilente mortal –dijo encarando al mago.
    - Te he traído a un hada tal y como pediste mi señor –contestó el mago llevando al demonio hasta el jaulón, el lobo introdujo su cabeza entre los barrotes.
    - Si que parece un buen ejemplar de hada, puedo sentir la luz que habita en su corazón… ¡Y ME DAN NAUSEAS! –ladró el perro a escasos centímetros de la pequeña, que saltó despavorida a un rincón de la celda.

    El gran lobo de tres cabezas retrocedió hasta el mago.
    - Conociendo el odio y el desprecio que procesas hacia todo lo vivo, las condiciones del trato serán las siguientes:
    1º Tu inmortalidad estará unida al alma de ese Hada, si ella muere tú lo harás; no siendo así al contrario.
    2º Tu inmortalidad estará unida, de la misma manera; al virgo de la doncella hada, si fuera mancillada… morirás.

    - Me parece justo mi señor.
    - Y… respecto a tu poder… acompáñame…
    Se perdieron entonces adentrándose entre las llamas cerrándose las puertas con gran estruendo, los demonios que por allí pululaban desaparecieron convirtiéndose en nubes de humo.

    La pequeña hada temblaba de frío y miedo, entonces sintió como dos manos se posaban en sus hombros. Dio un salto y se giró aterrada, era una mujer; de pelo cano y a la que le faltaban los ojos, prisionera de aquel mago al igual que ella.
    - Pequeña –dijo la anciana con voz quebrada- pobre de ti, que te queda toda la eternidad junto a Adarion, por suerte mi corazón está ya cansado y espero ansiosa el día de mi muerte… pues ya no recuerdo el día que aquí llegué.
    - Señora… no tiene…
    - Si pequeña, antaño tuve los ojos mas lindos de la villa de Papua… Andarion quedó prendado de ellos y… ahora… -la mujer señaló hacia unas estanterías fuera de la jaula, el hada quedó horrorizada al ver un tarro de cristal en el que guardaba dos ojos de un azul intenso.
    - Pero, ¿Qué clase de monstruo es él? Jamás conocí a un ser tan cruel…
    - Pequeña… es un mago oscuro, aquellos que usan sus conocimientos mágicos para hacer el mal únicamente. No hay día que me despierte y no le ruegue por mi libertad, y no obtengo por respuesta más que un golpe de su bastón.
    - Cuando consiga escapar os llevare conmigo –dijo la joven hada.
    - Escapar… estamos en la cima de la montaña más alta de todas las Tierras Perdidas… en el corazón del bosque, aunque consiguiéramos llegar a tierra, nos devorarían las bestias que guardan el pantano.
    - Mi nombre es Narawyn, última descendiente de una noble casta de guardianas del bosque y te prometo, que el día que yo escape tú también serás liberada.
    - Pequeña, te diría mi nombre si el tiempo no lo hubiese borrado ya de mi memoria… no dejes que eso te ocurra a ti.

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    Re: Alas en la Oscuridad

    CAPITULO 3

    Pasaban las horas y algún día; Narawyn se hacía presa del hambre y aquel mago no regresaba.
    - Pequeña… -dijo la mujer mostrandole una masa informe y negruzca-, toma este pan, lo guardo para los días en que no vuelve…
    - Pero… ese pan está malo –contestó la niña quitándoselo de las manos.
    - No me queda otra querida, así he conseguido sobrevivir con la esperanza de volver a sentir el aire fresco de la mañana.

    Narawyn cogió el trozo entre sus manos y conjuró:
    - "Oh maná fuente de toda vida, purifica este alimento para que no dañe a esta humilde mujer…"
    Tras un leve destello, el pan tomó su color natural y el olor de este inundó la mazmorra.
    - ¡Es un milagro mi niña! Eres un ángel venido del cielo –dijo recibiendo el pan y partiéndolo en dos. Ambas comieron a la espera de la vuelta del nigromante.

    Trascurridas un par de horas más, la pared volvió a quebrarse estallando en fuego y cenizas de su interior, un mago rejuvenecido y lleno de poder salía del infierno portando un libro. Las puertas se cerraron tras él de golpe.
    - ¡Al fin el libro de los muertos está en mis manos! –vociferó mago- Escrito con la sangre de mil asesinos, forrado con la piel de cien brujas, creado en las bibliotecas del Averno de puño y letra del mismísimo Luzbel… PROBÉMOSLO.

    El malvado hechicero se acercó hasta la celda, Narawyn corrió hasta un rincón asustada.
    - Tranquila engendro alado, no tengo intención de dañarte.
    - ¡No soy un engendro!¡Soy un Hada! –tras decir esto el mago endureció su mirada y la pequeña pudo ver al mismo demonio en ella, volviéndose a esconder.
    - ¡Tú, ciega! Ven aquí –cogió a la mujer y la puso contra la pared, abrió su libro de los muertos y comenzó a conjurar- In Sar
    Entonces la mujer comenzó a estremecerse de dolor, sus gritos de agonía se fundían con las risas y carcajadas de aquel sádico.

    - ¡¡Déjalo malvado!! –gritaba Narawyn llorando, buscó una piedra y se la tiró golpeándole en la cabeza.
    - ¡Maldita niña! –el nigromante corrió hasta la reja y levantó al hada del cuello, gruñendo la volvió a dejar en el suelo bruscamente.
    - “Oh maná fuente de toda vida, purificadora de males; te imploro, sálvala de su sufrimiento y elimina su afección…” –de las manos de la niña salió una pequeña luz que voló rauda hasta la mujer, cayendo desmayada pero con una sonrisa.
    - Interesante tu poder –dijo el mago examinando a la herida-. Tal vez puedas serme de utilidad para mis experimentos.
    - ¡Jamás te ayudaré mago asqueroso!¡Te odio! –gritó con todas sus fuerzas.
    - Ya lo creo que me ayudarás, sanarás a la ciega cada vez que pruebe uno de mis conjuros, mis pócimas y demás, si no lo haces… los sujetos de mis experimentos morirán y tu tendrás tanta culpa como yo… y tu… no quieres ser responsable de la muerte de inocentes… ¿verdad?
    - Yo no soy responsable, ¡maldito!
    - Maldito, já, todo un halago –rió el nigromante-. Esto es un trabajo de equipo, yo les hago daño y tu los curas… si no cumples tu función, habrán muerto por tu culpa.

    El hada quedó cabizbaja…
    - Te odio… pero lo haré… no tengo más remedio… -dijo a regañadientes.
    Última edición por LerumarV.Eiliss; 07-May-2008 a las 11:34

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    Re: Alas en la Oscuridad

    CAPITULO 4

    Cada día era más largo que el anterior, Narawyn se acostaba cada noche extenuada, casi sin fuerzas para siquiera dormir.
    Pasaba los breves descansos imaginando poder volver a volar libre, pero aquel demonio le había atado al nigromante por toda la eternidad

    Fue un día en el que decidió intentar escapar, aprovechó los continuos despistes del mago en los que se quedaba ensimismado con su poder; sigilosamente caminó en dirección a la salida, dejando atrás el laboratorio.
    Se alejó del mago y este parecía estar inmerso en sus lecturas, ya comenzaba a recibir el aire fresco del exterior hasta que, finalmente; llegó al precipicio.
    - ¿Dónde te has metido niña? –se escuchó de repente.
    El hada asustada abrió sus alas y se dispuso a emprender el vuelo.
    - ¡¡Tú, maldita no te escaparás!! –la niña emprendió el vuelo y se lanzó en picado montaña abajo. Voló rauda hasta casi tocar la ciénaga, escondiéndose en la niebla y procurando no llamar la atención más de lo inevitable. Pudo escuchar como el nigromante sobrevolaba la zona en su Wyvern, lanzando conjuros para producir viento y así disipar la niebla-. Kal Nox Mani –conjuró y cinco seres encapuchados aparecieron volando a su lado.
    Narawyn se escondía entre los juncos esperando no ser vista, pero los espectros volaban cerca, con un silbido que le hacía estremecerse de pavor. Con lagrimas en los ojos y temblando se acurrucó en el suelo… entonces sintió como una garra gélida la levantaba de un pie. Un intenso dolor le subió desde el tobillo hasta la cabeza, su pulso se aceleró y, finalmente; perdió la consciencia.

    Cuando despertó estaba de nuevo en la celda. Su pierna estaba amoratada, como si se hubiera helado, rápidamente se lanzó un hechizo de curación.
    - Ah, ya has despertado… -dijo el nigromante asomándose entre las rejas-. Confié en ti niña, y así es como me lo has pagado; traicionándome y escapando.
    - Pensaba volver… yo solo quería volar… -contestó ella con lágrimas en los ojos.
    - Tonterías –gruñó- querías escapar y es un riesgo que no estoy dispuesto a correr, ya no más.

    El mago entró en la jaula blandiendo una gran daga, Narawyn intentó escapar de sus manos pero aun estaba débil y fue atrapada contra el suelo.
    - Tranquila, solo te dolerá un poco –dijo con voz sádica. Poniendo la rodilla en la espalda de la niña agarró sus cristalinas alas de un puñado y, con mucho trabajo, entre los gritos desgarradores de la pequeña; las cortó de raíz.
    Llorando y temblando por el dolor, la niña se quedó en el suelo; el nigromante se levantó, tiró las alas a un rincón y salió de la habitación volviendo a cerrar la puerta.

    Las luminosas alas se fueron apagando poco a poco hasta que desaparecieron sin dejar rastro. De igual manera, el resplandor plateado que hasta ahora tenía el hada se hizo cada vez más tenue hasta desvanecerse por completo.

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